La música, no conozco nada externo a nuestro propio cuerpo, que se nos quede tan grabado en nuestro interior.
Hace muy poquito me ofrecieron poder meterme entre las bambalinas de un festival de jazz. Fue un inmenso placer para los sentidos, el poder realizar estas fotografías, en las que pude disfrutar de otra de mis pasiones, la música.
Realmente al principio dudaba de que la iluminación que había, me dejara reflejar como los músicos se dejaban llevar por el ritmo y las armonías y como estas hacían que entre ellos se creara una conexión mágica y que creía inexplicable a los que no están con ellos. Siguiendo el consejo de un amigo, cambié mi cámara a blanco y negro, y fue como sumergirme en otra dimensión, veía en color, pero al ver las imágenes en la pantalla, sentía que había capturado un momento único y que tendría a esos músicos para siempre, ahí parados, pero transmitiendo ritmo y sensación eternamente.
Por supuesto que la complicidad que había entre ellos se transmitía por todo el escenario (yo escondida tras las cortinas fui parte de todos los grupos) y fuera de él; los grandes músicos, los que sienten la música por encima de todo, son aquellos que no se quedan las sensaciones para ellos, las comparten con sus compañeros de escenario y con todo aquel que es capaz de vivirla como ellos.
Por eso, estar tan cerquita de ellos y dejarme llevar por los acordes y las sensaciones que invadían el escenario, recargó de alegría y energía mi corazón para una buena temporada.
Gracias a Van Moustache, Miguelo Delgado Trio, 2ToTango, Serenity 4tet y Candelaria por ponerle el ritmo a mis imágenes.
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